Sedella, 22 de Septiembre de 2024
No ha habido parangón ni ninguna absoluta comparación. Han sido y serán las innumerables rutas y objetivos los realizados por el grupo Soy Senderista Málaga. Casi nada especial en el transcurso de los años, exceptuando asuntos puntuales de escasa relevancia.
La montaña y el senderismo objetivos principales de un maravilloso grupo que Miercoles y Domingo abren sus rutas a quien desee disfrutarlas. Han sido 4 años sin grandes problemas.
Pero como todo en la vida, algún día se tenía que provocar la Revuelta......algo, travieso, enredador, confuso y a su vez rebelde ha provocado un cisma que quedará en el recuerdo de todos los que pertenecemos a Soy Senderista Málaga. Ha quedado en anécdota pero va a servir para aprender que hay que tener el respeto más absoluto a una montaña que tiene sus poderes ocultos y están donde menos uno lo puede predecir.
Como dato para la historia de nuestro dejo constancia de la experiencia vivida por uno de nuestros compañeros de grupo para aprender para el futuro y que debe servir para tener conciencia.
Por MANUGOPRO
La aventura de senderismo hacia La Maroma fué una experiencia cautivadora que reflejó la mezcla de emoción, desafío y la conexión con la naturaleza.
Desde el principio, cuando el grupo acordó realizar la ruta, se sentía la anticipación en el aire. La distancia de 20 km y de tipo circular, prometían un día lleno de descubrimientos.
Tenía pensado salir por la mañana, un día antes que el grupo, pero la predicción meteorológica anunciaba tormenta eléctrica y mi deseo de emprender la aventura era más fuerte, por ello salí por la tarde, buscando la soledad y la paz que solo la naturaleza me podía ofrecer.
La preparación fue meticulosa; equipé mi mochila con un botiquín, frontales, batería externa, suficiente agua, comida y otros elementos esenciales. Estudiar el mapa con atención fue un paso crucial, ya que era un sendero desconocido para mí.
Comencé la caminata a las 17 horas, con un paso firme y decidido. A medida que avanzaba, la frescura del bosque de pinos y el contacto con la tierra me llenaba de energía. La Choza del Guarda fue el primer punto de referencia, y la Era de Trilla, con su cartel informativo, me brindó una sensación de progreso. El sendero se volvía más estrecho y desprovisto de vegetación a medida que ascendía, pero cada paso me acercaba más a la cima.
Al llegar a los 7,2 km, el mapa indicaba una subida pronunciada en zigzag, y la caída del sol comenzaba a pintar las montañas con tonos cálidos. A pesar de la confusión del sendero y el calambre en la columna, decidí continuar, demostrando determinación. Sin embargo, la falta de señales claras me llevó a desviarme del camino, lo que me obligó a trepar y enfrentarme a un dolor creciente.
Cuando la noche cayó, me encontré atrapado en una posición incómoda y vulnerable. La inclinación del terreno y la caída libre a mí izquierda aumentaron la sensación de aislamiento. A pesar de las vistas espectaculares, el miedo y el dolor me envolvían. En ese momento alerté a mi grupo sobre la situación, enviando mensajes con un sentimiento de urgencia.
A las 3.00AM, me di cuenta de que el saco y yo nos escurríamos hacia abajo, y la desesperación me llevó a llamar al 112. La conversación con los operadores de emergencia, así como con la Guardia Civil de montaña y un médico, fue tensa y llena de incertidumbres. La noticia de que sería rescatado en helicóptero fue un alivio, pero también una espera angustiante.
La llegada del helicóptero sobre a las 8,10 am marcó un punto de inflexión. Ver como descendían los rescatistas y como me guiaban hacia la zona de cresteo fue un momento de esperanza. El descenso hacia el helicóptero, con su pata apoyada en la cresta, fue una mezcla de miedo y alivio al saber que pronto estaría a salvo.
Finalmente, al llegar al hospital de Vélez-Málaga, me recibieron con la atención necesaria. Las placas en la columna y los análisis fueron un recordatorio de los riesgos que conlleva la aventura. Pasé varias horas aturdido, procesando lo vivido y los medicamentos que me administraron.
Al despertar, la experiencia se sentía como un sueño intenso, pero con la certeza de que había superado un gran desafío.
Esta aventura no solo fue un testimonio de mi espíritu aventurero, sino también una profunda conexión con la naturaleza y la resiliencia humana.
Quiero agradecer enormemente a los servicios de emergencias, por su trabajo y dedicación, para que todos estemos de algún modo a salvos, también al 061 que al igual que la Guardia Civil de montaña supieron tranquilizar la situación, a mis compañeros de senderismo, que me han aguantado y dado charla para no sentirme solo en esas delicadas horas.
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